Párate un segundo y antes de continuar leyendo pregúntate por qué practicas yoga y qué entiendes por este concepto. Te sugiero que te respondas con honestidad y en voz alta.
La vía del yoga se entiende desde la acción. Debe entenderse en el contexto adecuado y debe adaptarse a la individualidad con el propósito de quitarnos el velo de la ignorancia y la obnubilación mental. Los textos antiguos nos dan el soporte, la guía de cómo entender y transitar el sendero del yoga.
Cuando comienzas a acercarte a esta vía, el entendimiento limitado y coartado por una breve experiencia, la ignorancia, los prejuicios y las expectativas entre otras, determinan el significado que tiene el concepto “yoga”. Más que nunca el yoga está en boca de muchos. En este período de crisis global y social, la necesidad de respuestas que nos lleven hacia una vida plena se ha convertido en un oasis del que todos queremos beber.
El yoga, con el cambio de siglo, ha recogido en occidente, este eco social de insatisfacción personal. Rápidamente lo ha adornado de prisas, etiquetas, expectativas, recetas fáciles y lo que podríamos llamar pseudo-yogas adaptados al pensamiento rápido, compulsivo y neurótico.
Sin embargo, entrar en el sendero del yoga correctamente, además de por nuestra propia motivación, es fácil si no perdemos el contexto:
Entender qué es el yoga
Aunque seguro que podemos definirlo de cientos de maneras, tomemos una definición genérica de los yoga sutras de Patanjali: “Yoga: Es el cese de las fluctuaciones de la mente”. Encaminado a este objetivo, nuestra propia motivación está al servicio de este fin último, que la mente deje de saltar, de generar pensamientos neuróticos y compulsivos, de vivir en agitación llena de contenidos y estructuras que aflijan nuestra existencia como seres humanos.
Asanas: (Posturas)
Son el vehículo más común que en occidente conocemos para acercarnos al yoga. Teniendo en cuenta, que no elegiste tu cuerpo, las asanas son un instrumento maravilloso, entre otras razones, para sanar y entender tu cuerpo, relacionarte con él, optimizarlo, quererlo y mantener el templo que alberga a nuestra alma y espíritu en buen estado durante esta parte del viaje.
Nos cegamos entendiendo la práctica del yoga por las sensaciones que la parte física nos regala en forma de mejoras del rendimiento (fuerza, flexibilidad, estamina, resistencia, etc) y por la producción de reacciones químicas en nuestro cuerpo (endorfinas, dopamina, reducción del cortisol, etc) que nos entrega instantes agradables.
Lo que normalmente ocurre en occidente es que esto conforma nuestra relación con el yoga. Un gurú de uno de los estilos más famosos de yoga del mundo, Sri K. Pathabhi Jois, decía que durante mucho tiempo debemos disciplinarnos en la práctica de asanas como puerta de entrada al resto de las ramas del árbol del yoga.
El árbol del yoga consta de 8 ramas:
- YAMAS (acciones que debería sacar de mi vida)
- NIYAMAS (acciones a incorporar en mi vida)
3. ASANAS (posturas)
4. PRANAYAMAS (relación con la respiración)
5. PRATYAHARA (recogimiento de los sentidos)
6. DHARANA (estados de atención)
7. DHYANA (estados meditativos)
8. SAMADHI (liberación de la mente)
Contextualizamos:
- La práctica de asanas es una de esas 8 ramas.
- La relación con la respiración (pranayama) surge como el puente para conectar nuestro cuerpo con la mente.
- Esa conexión del cuerpo con la mente, por el puente de la respiración, ha de ser instrumentalizada con el yugo de la atención consciente.
- Los estados perennes de atención son la puerta a la absorción de los estados meditativos.
- La vía meditativa es la liberación permanente de la aflicción y el alcance de los estados definitivos de plenitud. Vivir en la quietud mental.
- Aunque en la práctica de yoga se abra este árbol desde el asana, son los yamas y niyamas el verdadero comienzo de este sendero.
- Comienza y finaliza tu práctica con gratitud y agradecimiento, pon en el lugar correcto tu práctica de asanas y experimenta con genuina curiosidad el camino.
- No tengas prisa, camina con humildad por esta vía, ya sabes hacia donde lleva el yoga. Persevera, comprométete contigo mismo, ten fe en la luz del faro, estudia y auto-estúdiate.
- Comparte, agradece los regalos que el yoga te haga y dirígelos hacia su fin último (cese de la agitación mental).
El yoga, desde la atención plena, es revelador en sí mismo y se experimenta con plenitud, sin aferramiento, anhelo ni rechazo.
En la vía del yoga solo hay un secreto: Práctica, práctica práctica.
“La flor espiritual se abre
después de largos años de práctica
en el terreno fértil de la constancia”.
Autor: Manuel Navarro Martín
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